"Han sido los pueblos pequeños los núcleos de las culturas más poderosas, como diría el poeta inglés Lord Byron -Dios, como los cosecheros no sirven la esencia concentrada en copa grande-. Basta recordar en lo antiguo a la cultura tartesa o la cretense; y en lo más moderno, los Países Bajos, Dinamarca, Suiza".
Blas Infante, "Andalucía, Teoría y Fundamento Político".

jueves, 14 de abril de 2011

LA EDAD ANTIGUA



Edad Antigua
Por Blas Infante

1. Tartesia

Andalucía abre para el mundo otra Edad, la del Bronce, de la cual ella es la inventora. Este pueblo descubrió el modo de endurecer el cobre por adición del estaño, transformándolo en bronce. Ambos metales los tenía su suelo. Ya en esta era Tartesia extrae y manufactura plata.
A esta época y a las anteriores pueden también referirse los reyes míticos andaluces: Hespero, Gárgoris, Occéano, Sol, Gerión, Noraz y Habidis.

Tartesia no era un pueblo guerrero. Era un pueblo de pacífico de navegantes, comerciantes y colonizadores. Habidis dio libertad a los esclavos prohibiendo el servilismo del pueblo.

Platón, hablando de los atlántidas, recoge las noticias míticas de los antiguos tirios y asegura que gozaban de perfecto estado.

Todo el mundo conoce el célebre pasaje de Strabón, a quien aseguraban los tartesios que sus leyes escritas databan de 6.000 años.

La población Tartesia, antes y después de los tirios, debió ofrecer , sobre todo en la capital, un aspecto cosmopolita. En los tiempo primeros, etíopes, libios, egipcios, mediterráneos y gente oriental. Más adelante, tirios, judíos, sirios, asirios, pero sobre todo judíos.

Fueron un pueblo enteramente antiguerrero, entergado por completo, a las artes de la paz... Esta fue la causa de que constituyendo el único fenómeno político de Iberia no llegase a realizar la unidad peninsular.

Los tartesios sometieron a los tirios, que no eran precisamente unos héroes; más tarde tiene que que tomar mercenarios celtibéricos para defenderse, no sabiendo resistir ni a los cartagineses ni a los romanos.

La índole pacífica de los tartesios ofrece un aspecto muy loable y simpático en la cordial hospitalidad con que reciben al extranjero. Estrabón subraya este lado pausible del carácter andaluz. Arenas, con respecto a la emigración hebrea subraya varios textos bíblicos demostrativos de que Andalucía era la “Argentina” de los emigrantes judíos. A los tirios les permiten establecer colonias. Más tarde, invitan a los focenses a establecerse allí y les apoyaron y ayudaron de todas las maneras. Mientras los fenicios ocultan el camino del estaño y del ámbar los tartesios explican a los focenses cómo hacían el viaje a Oestrysunis a buscar estos productos.

Hasta los judíos perseguidos por la justicia o el hambre de su país, como Jonás, piensan en Tartesos.

Entre los dioses tartesios no existe, pues, combate y la contradicción continua que hay entre los dioses posteriores del Olimpo griego. Tartesia, pueblo antibélico, proyecta su pacifismo al cielo de sus deidades. Pero aquí sólo nacen dos dioses de los griegos: Hermes, hijo de Erithea, dios del pacífico comercio, y su abuelo Glaucos (Gerión), rubio dios de los mares tranquilos y soleados, el que calma las ondas revueltas por las tempestades.

Otro dios principal de Tartesia era el Sol. En la serie de monarcas míticos aparece como el primer rey de Andalucía.
El culto al Sol resiste en Andalucía a todos los tiempos. En cualquier expresión artística, árabe o cristiana, por ejemplo, aparece siempre el sol reproducido.

Afrodita y Hera tenían inmensos santuarios y, como en Grecia, la primera innumerables nombres.

2. La Bética: potencia cultural.

Roma trató a Andalucía de potencia a potencia. Pues bien, la España bética, con sus colonias patricias,municipios, ciudades libres y federadas y ciudades de fuero latino, es culturalmente, frente a Roma, una potencia de rango análogo. Los romanos lo consideraban así.

Andalucía era una potencia cultural y libre y al fundirse con Roma ayudando a ésta a prosperar en su contradicción contra los demás pueblos peninsulares, Lusitania y Celtiberia, defendía en contra de éstos su libertad y su rango de potencia cultural.
Roma encontró en ella una cultura afín a la que ella propagaba. Al pueblo que la sustentaba no pudo, por consiguiente, incluirle en el concepto de barbarie y lo reconoció mediante hechos expresos como una extensión metropolitana cultural, o como un capaz reino extranjero.

La cultura bética es la misma tartesia continuando su desarrollo con distinto nombre y con nuevos instrumentos. Sigue viviendo Tartesia.

Este es el sino de Andalucía enfrente de los pueblos guerreros. Lucano lo dijo bellamente: “Siempre fuimos de Marte el adverso, presa infeliz. Igual número tuvimos de derrotas que de guerras”.

(Extraído del libro: “Andalucía Teoría y Fundamento Político” de Blas Infante).








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